Mi mamá es una MILF

La noche era tranquila y oscura, proyectando sombras en cada rincón de la habitación de Andrés. El aire del interior estaba denso con el persistente aroma de su colonia favorita, mezclado con el leve rastro de sudor de la intensa sesión de “juego”que acababa de terminar. La pantalla de su computadora aún brillaba suavemente,proyectando una luz espeluznante en la pared frente a él.
 
 cuerpo todavía tenso por la adrenalina de su “juego”.El único sonido en la habitación era el ritmo constante de su respiración y el tic tac del reloj de la pared.
 
La puerta se abrió lentamente y una figura entró en la habitación. Se trataba de Mirna,la madre de Andrés, una sensual mujer de 37 años con el pelo negro que le caía sobre los hombros en suaves ondas. Estaba llena de curvas y su amplio pecho contrastaba con la tela de su remera. Tenía los ojos entrecerrados mientras estudiaba a su hijo, con un pequeño ceño grabado entre sus cejas oscuras.
 
"Hola,mamá", murmuró Andrés, su mirada volviendo rápidamente a la pantalla de su computadora. Trató de actuar con calma, esperando que lo que sea que la había traído a su habitación no fuera demasiado serio.
 
"Oh...está bien... eso es tan raro", comenzó Mirna lentamente, su voz baja y ronca mientras se acercaba a él. "¿Alguna vez has oído hablar de estas paginas???MommyVids?"
 
Andrés se quedó helado, el corazón le latía con fuerza en el pecho al darse cuenta de que ella había descubierto su secreto. Había visto algunos clips del sitio usando la tarjeta de crédito de su madre sin siquiera pensarlo. ¿Cómo pudo haber sido tan descuidado?
 
"Yo...no sé de qué estás hablando", tartamudeó Andrés, tratando de mantener la voz firme mientras su rostro se sonrojaba de vergüenza.
 
Mirna lo estudió por un momento, sus ojos se llenaron de curiosidad y algo más, un atisbo de coqueteo que hizo que a Andrés se le revolviera el estómago. "Vilos clips, quiero decir, los compré, ¿verdad?" Bromeó ella, extendiendo la mano para tocar casualmente su brazo. "Esas modelos se parecen extrañamente a mí. Ya sabes, con curvas, no de tu edad". Y con eso, dejó que sus dedos descendieran hasta tocar uno de sus amplios senos, atrayendo los ojos de Andrés hacia la vista.
 
No podía creerlo: su madre estaba coqueteando con él y, peor aún, parecía comprender el atractivo de esos sitios a un nivel más profundo de lo que jamás hubiera imaginado. La tensión en la habitación era palpable mientras Mirna continuaba hablando, con voz baja y seductora.
 
"Ya sabes, cariño", murmuró, acercándose a él. "Vi lo que te gustó... ycreo que podría darte algo aún mejor". Hizo una pausa y se pasó una mano por el cabello antes de hacer su propuesta. "Si prometes no volver a usar mi tarjeta nunca más sin permiso, te... haré una mamada".
 
Andrés apenas podía creer lo que oía: su madre le estaba ofreciendo un acto sobre el que sólo había leído o visto en esos mismos sitios web. Su mente se aceleró mientras sopesaba las consecuencias de tal acción. Por un lado, sería una oportunidad única en la vida con la mujer que le había dado la vida. Por elotro, estaba su madre, una frontera que nunca debería traspasarse.
 
Después delo que parecieron horas, Andrés finalmente habló, su voz apenas era más que un susurro. "Mamá... no lo sé..."
 
Mirna se acercó, sus labios rozaron su oreja mientras le susurraba. "Piénsalo,cariño. No te lo volveré a preguntar". Dicho esto, se dio vuelta y salió de la habitación, dejando a Andrés solo para contemplar la oferta y los deseos prohibidos que despertaba en él.
 
Mientras escuchaba sus pasos desvaneciéndose por el pasillo, Andrés supo que esa noche sería una que nunca olvidaría: una noche llena de experiencias sensoriales y tensión sutil que perseguiría sus sueños durante años.
 
Pasaron unos minutos en un tenso silencio mientras Andrés estaba junto a la puerta, al entrar a la habitación de su madre la vio acostada relaja usando su celular mientras una suave manta que cubría su cuerpo. Podía sentir la sangre corriendo por sus venas, su corazón latiendo contra su pecho. Con un aliento tembloroso,finalmente habló, su voz apenas audible por encima del silencioso zumbido de la habitación.
 
"Mamá...acepté tu propuesta", susurró, con la mirada fija en la manta como si deseara que se hiciera a un lado y revelara lo que había debajo.
 
Los ojos de Mirna brillaron de emoción ante las palabras de su hijo y, con una sonrisa coqueta, extendió la mano para tirar la manta a un lado. Mientras caía, Andrés fue recibido por la visión del cuerpo desnudo de su madre, una imagen que quedaría grabada para siempre en su memoria. 



Sus curvas eran exuberantes y atractivas, sus pechos llenos y redondos, su piel suave y de tonos cálidos.Sintió una agitación en sus entrañas al contemplar el espectáculo que tenía ante él.
 
"Ven ala cama, cariño", ronroneó Mirna suavemente, acariciando el espacio vacío junto a ella en la cama. "Yo me encargaré de todo".
 
Mientras Andrés se subía a la cama, con el corazón latiéndo le con una mezcla de emoción y temor, podía sentir el calor que irradiaba el cuerpo de su madre. Se acostó a su lado y observó cómo ella se colocaba entre sus piernas. Con manos hábiles y un toque experimentado, Mirna lo tomó en su boca, sus labios moviéndose arriba y abajo por su eje mientras lo provocaba y atormentaba.
 
Las sensaciones no se parecían a nada que Andrés hubiera experimentado jamás: una mezcla de placer y conmoción que lo dejó sin aliento y gimiendo suavemente.Podía sentir cómo se acercaba al borde, su cuerpo se tensaba con anticipación.Pero justo cuando estaba a punto de llegar al clímax, Mirna se apartó,dejándolo jadeante y frustrado.
 
"Estás tan lleno de resistencia para ser un hombre joven", bromeó, con la voz ronca por el deseo. "Déjame mostrarte lo que puede hacer una verdadera MILF".
 
Con eso, se sentó a horcajadas sobre las caderas de Andrés, guiando su erección hacia su núcleo cálido y húmedo. La sensación no se parecía a nada que hubiera sentido antes: una conexión íntima que iba más allá de lo físico. Se movían juntos con una intensidad apasionada, sus cuerpos entrelazados en una danza de deseo y amor.
 
Cuando alcanzaron sus clímax juntos, Andrés supo que esta noche quedaría grabada en su memoria para siempre. Fue un límite cruzado, un tabú explorado y una experiencia que lo dejaría a la vez atormentado e iluminado. Y mientras yacía allí en el resplandor, no pudo evitar preguntarse qué otras cosas estaba dispuestaa hacer su madre.



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